Amapolas solitarias
Son tus ojos que me miran,
Que me sonríen,
Que me tientan sin cesar
Arrancando agónicos mi vida
Y, a la par de su cuidado,
Mi corazón ensangrentado,
Llora su amarga canción.
Ciervos jóvenes al viento
Bramando su aroma,
Sintiendo la tibia tarde
Caer sobre sus lomos de amapola,
Y al Alba sin demora
Alzando su hocico enhiesto
Tus cabellos se me antojan
Muriendo yo por ellos.
Caballos blancos que me persiguen
Con denuedo, sin descanso,
Y en la ausencia de pasto
Mi vida acaban tomando
Como premio a su sinrazón,
Y así tus dientes blancos,
Con sazonada plata perlada,
resquebrajan mi razón.
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